Hay películas que, solo con ver el póster, ya sabes que van a ganarse al habitante estándar de Sitges. Y Primate es una de ellas. Como bien dice Dafnis Balduz, “vamos sobrados en lo de hacer el mono”, y esta cinta lo demuestra con creces.

La premisa no engaña: un grupo de jóvenes con ganas de fiesta se topa con un chimpancé desatado, rabioso y sin un solo miramiento en arrancar pieles, desmembrar cuerpos y dejar la casa convertida en un festival de vísceras. Una especie de Cujo actualizado, donde el perro rabioso cambia de especie pero no de intensidad.
Primate no pretende ser más de lo que es, y eso juega totalmente a su favor. Es corta, directa y sangrienta a raudales. Una de esas películas que entran sin esfuerzo en la categoría de Feel Good Movie del Festival de Sitges: pura diversión gore, risas nerviosas en la sala y litros de hemoglobina para alegrar la jornada.
No reinventará el cine de terror animal, pero sí deja claro que el “mono” que llevamos dentro sigue muy vivo… y muy cabreado.