Jackie: autopsia de una pérdida


A pesar de Trump la realidad se impone y cada vez son más directores y actores latinos que no sólo forman ya parte del prestigio y éxito en Hollywood sino que se permiten el lujo y además el acierto en su modo más objetivo y menos patriota de recrear y diseccionar momentos claves de la historia y esencia norteamericana.
El director chileno Pablo Larrain nos sorprendió e impactó con ‘El Club’, una cruda crónica de unos sacerdotes pederastas recluidos en la Patagonia para expiación de sus pecados. Quién iba a imaginar que se haría cargo de una proyecto tan goloso y aparentemente tan distinto como recrear los días posteriores de Jacqueline Kennedy tras el asesinato de su marido.
Efectivamente, ‘Jackie’ no es pues una biopic ni una glamourosa película. No veremos su infancia, ni cómo conoció a JFK ni cómo acabó con Onassis. Manteniendo el estilo sobrio, intimista, descarnado a veces y que contrasta con el lujo elegante pero vacío de la Casa Blanca, Larrain nos introduce cámara en mano, con primeros planos y alternando a veces un formato casi documental, el sufrimiento de la Primera Dama tras el magnicidio.
En ‘Jackie’ no hay análisis de los porqués ni conversaciones políticas ni grandes escenas de cómo afectó la muerte de Kennedy al pueblo americano. Lo importante aquí son las personas, no los cargos, de cómo reaccionan en lo íntimo ante ese hecho ¿inesperado?, centrándose lógicamente en Jacqueline y también en el hermano del presidente fallecido, Bobby.
A través de la entrevista posterior que concedió Jacqueline Kennedy rememoramos el momento del atentado y de lo que ocurrió en las horas y días posteriores hasta que finalmente se entierra al presidente y vemos a dos mujeres diferentes, la insegura y tímida de los primeros tiempos como Primera Dama y la dura, amargada y perdida Jacqueline que se sienta frente al periodista para hablarnos de su experiencia. Pero el retrato psicológico que es esta película no hubiera estado completo sin pocos pero significativos flashbacks de Jackie durante los dos años en que Kennedy estuvo al frente del gobierno, centrándose en el reportaje donde ella misma hace de guía en la Casa Blanca mostrando las estancias y detalles más históricos del edificio y que Pablo Larrain recrea con exactitud mezclándolo con las imágenes reales de archivo.
‘Jackie’ se convierte así también en una perfecta obra para el lucimiento interpretativo de su protagonista, Natalie Portman, que se mimetiza y forma un sutil y equilibrado mosaico de sentimientos, contradicciones y matices, desubicada no sólo ante la pérdida de su marido sino ante el futuro negro e incierto que se cierne sobre ella. También el uso del espacio y de los detalles completa desde lo inanimado la esencia de la situación anímica de Jacqueline Kennedy y al mismo tiempo lo que significa y esconde el centro del poder y a la vez el «hogar» momentáneo.
Si alguien espera por tanto el típico biopic o una crónica más del magnicidio de JFK, que se olvide, porque estamos ante un retrato psicológico en toda regla, pausado, intimista, en ocasiones lento pero que no decae por su fuerza visual e interpretativa y el corte clásico que rezuma en su elaboración.
*’Jackie’ tiene tres nominaciones a los Oscars: Mejor Actriz, Mejor Música y Mejor Vestuario.

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