Película cruda y cruel, sin concesiones, cotidiana, a ratos divertida, y con personajes cercanos, relata un episodio dramático que acaba condicionando la vida de todas las personas que acaban estando envueltas en él.
David Pareja y Estefanía de los Santos están soberbios en esta película en la que interpretan a un matrimonio de padres primerizos. Su relación no pasa por su mejor momento y se pondrá a prueba hasta el límite. Es todo un hito que con esta propuesta low-cost sea capaz de transmitir tanto en tan poco tiempo. La historia arranca con una divertida escena en una tienda de centro comercial en el que la pareja discute enfrente de un comercial muy pesado la compra de una mesita para el comedor. Esa decisión es el desencadenante de todo lo demás, que no vamos a revelar… y todos los engranajes van encajando hasta coger velocidad y potencia gracias a un guion acertado que maneja excelentemente el tempo (realizado por Caye Casas y Cristina Borobia).
Caye Casas no ha venido a hacer amigos con este film, explora con pericia un terror muy cotidiano y realista, primario, el que más afligido te deja porque te apela directamente, el que te coge por las solapas y te mira fijamente a los ojos y no te suelta. Te sitúa y te deja a tu pedo para que te vayas autogestionando tú mismo con lo que va sucediendo en pantalla. Buena suerte, “amigo”. ¡Disfruta de las pesadillas! El suplicio es corto pero intenso, una experiencia sensorial difícil de olvidar.
Difícil de ver, difícil de recomendar, y también de no recomendar.