Una policía novata hace el último turno en una comisaría recientemente clausurada en la que trabajó su padre y en la que murió después de un episodio truculento y sórdido un año antes. Durante la noche buscará pistas para esclarecer la muerte de su padre, que ocurrió poco después de detener al peligroso líder de una secta satánica.
Engendros malignos, cultistas tarados, vísceras, escenas tremendamente aterradoras, y sangre a raudales se mezclan en este delicioso festival del mal rollo. Por ponerle un “pero”, a veces la trama puede parecer algo confusa con algunos saltos abruptos en los que se mezclan realidad y ficción y de los que se abusa demasiado a medida que avanza la historia (se entiende el porqué del uso del recurso y de la repetición, pero de tanto usarlo se rompe un poco el hechizo).
Si bien es un remake de la celebrada Last Shift (del mismo director Anthony DiBlasi), esta versión cuenta con un presupuesto más elevado y una factura más elaborada, perfecta tanto para los que no hayan visto la original como para los que quieran revisar su última actualización.
