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Avengers: Endgame – El final perfecto

Y con ENDGAME llegamos al final del camino (con permiso de la nueva de Spiderman, que será realmente la última de esta fase III del Universo Cinematográfico Marvel).

Lo que empezó con un «I am Iron Man», con Steve Rogers congelado, pero sobre todo, con una película, la de Vengadores en 2012, que cambió la forma de hacer películas de superhéroes, acercándose por fin a la estética y la épica de los cómics sin miedo.

Pero seamos sinceros, a la mayor parte de la audiencia le importa tres pitos que las películas de Marvel sean fieles o no al espíritu de los cómics, porque no los han leído ni los leerán. Pero lo que es evidente es que gracias a su acercamiento a las historias que los fans de toda la vida conocen, el éxito ha sido mayor que, por ejemplo, el de la distinguida competencia. Y es una pena, sí, que a muchos no les pique el gusanillo por saber de dónde vienen esas historias, para entender los codazos y los guiños que le propina su amigo lector de cómics cada vez que van al cine y se emociona con uno de los múltiples homenajes que se le hacen a los superhéroes originales. Y que se preparen a recibir muchos codazos cuando vayan a ver Endgame. Ah, y que se traigan pañuelos para secarse las lágrimas, las suyas y las del acompañante.

En cualquier caso, Marvel Studios se ha ganado el respeto por la tarea realizada hasta la fecha por méritos propios, sabiendo encontrar la inspiración en la obra original, pero moldeando todo a su gusto para que pueda llegar a un público que nada sabe de grapas y tomos recopilatorios. Ahora muchos fans son conscientes de que este es otro universo Marvel, una realidad alternativa de la que también se puede disfrutar sin necesidad de pedirle una absurda continuidad más allá de la propia; por algo se llama Universo Cinematográfico Marvel.

Ha sido un proyecto titánico (pun intended), que evidentemente solo podía terminar con una película enorme en todos los sentidos. Tres horas de duración, una película intimista pero que también muestra la épica en estado puro, un claro homenaje a todo lo que han sido estos años de películas entrelazadas (¡22!). Es también un colofón final con muchas, muchísimas sorpresas que nadie, nadie, nadie, debería estropear a los demás con spoilers. Y es por eso que esta reseña tiene sus dificultades, porque muchas de las bondades y de la gracia de la película está en todo aquello que no debería revelarse.

Por lo tanto, solo puedo decir que el viaje ha valido la pena, que no podía haber película mejor como cierre de esta larga etapa. Que no es una segunda parte de Infinity War, esa guerra ya se perdió, y esta es otra historia con otros protagonistas y otro enfoque. Esperad emocionaros con algunas escenas que ya son antológicas, momentos comiqueros que os harán saltar de la butaca, y otros en los que os hundiréis en la misma intentando reprimir las lágrimas. Es una película redonda, muy larga, pero que ni siquiera te das cuenta de que han pasado tres horas. Por cierto, no hay ninguna escena post-créditos, ya no toca. Pero quedaros al menos para ver los créditos de los protagonistas, porque tienen un punto de emoción.

Esto es una despedida al estilo Marvel. Y solo nos queda agradecer que el viaje haya sido tan emocionante. Y darle a Joss Whedon un abrazo por haber tenido la genial idea de llevar el universo Marvel a cotas cósmicas que haya permitido a sus sucesores contar una historia tan infinita… pero que ya se acabó.

Sí, se acabó, pero el futuro no pinta nada mal.

Y ahora pasadme un pañuelo, por favor.

8.6
Muy buena

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