El estreno de muchas películas de ciencia ficción son a menudo tan esperados como altos en sus expectativas. Está el referente eterno de ‘la película de ciencia ficción por excelencia‘, la insuperable ‘2001: una odisea del espacio’ y más recientemente Nolan consiguió la atrevida comparación con la obra de arte de Kubrick y a su vez sirve de referente para futuros estrenos. ‘Ad Astra’ no es una excepción y la expectación y críticas dispares (buenas en Venecia, tibias en Berlín) de la cinta protagonizada por el siempre eficaz Brad Pitt era muy grande.
Y sí, es inevitable la influencia de las películas anteriormente mencionadas, sobre todo en ciertas escenas donde incluso parecería deliberado, pero la calidad del conjunto desde el punto de vista argumental, que no formal, está lejos de ellas. Es más, ‘Ad Astra’ se acerca más al viaje físico y psicológico de clásicos griegos y de cierto autor inglés, pero sobre todo el claro referente es ‘Apocalypse Now’; sí, quién lo iba a decir.
Brad Pitt está bien en su contenido trabajo, en su paulatina y nada brusca transformación de una máquina humana de exploración espacial a un astronauta que ha sacrificado su vida personal por su profesión cuasi sacerdotal y traumatizado por la figura del padre. Quizá no era necesario tanta explicación con la voz en off, tan de moda, eficaz y poética a veces pero superflua y perjudicial en otras. Aquí ni lo uno ni lo otro.
‘Ad Astra’: ya sólo el título latino, como ocurriera con ‘Solaris’, evocaba una cinta trascendental y bella, pero, siendo un producto notable y a pesar de ciertas valoraciones por otro lado exageradas, no llega a los clásicos del género. Se queda a medio camino de todo, salvo la fotografía y el realismo de los enclaves espaciales, lastrado además por ciertos detalles poco verosímiles cuando menos o absurdos (ya lo veréis en cierta escena en la Luna). Tampoco me acabó de encajar el diseño de producción, mezclando tecnología futurista con elementos retros, cuando no sesenteros incluso, en un espacio temporal que claramente señala la película de ‘futuro cercano’. Podrías estar en el 2025 como en el 2125. A eso hay que sumarle errores que para nada cumplen la promesa de Gray de que daría el mayor realismo posible a los viajes espaciales. Pues no, en la pugna por el dichoso galardón que últimamente se busca en el género, ‘Ad Astra’ quedaría mal parada.
James Gray construye un relato verosímil en inicio, con la apuesta segura de Pitt y con una asepsia y elegancia propios de este tipo de películas del género, pero pierde el rumbo a medida que avanza la película, quedándose en un producto demasiado frío, sin sacar provecho suficiente de la historia padre-hijo y de su reencuentro (donde había mimbres para un clímax tan emocionante como trascendente). Sin embargo la buena factura del conjunto y la música hace que durante la proyección te parezca mejor obra de lo que luego en frío te das cuenta que es.
No obstante, ‘Ad Astra’ está ligeramente por encima de la media del género pero muy lejos de los grandes referentes e incluso de ciertos títulos con menores pretensiones.
