Una pareja decide irse de vacaciones tres años después del fallecimiento de su hija para tratar de recuperar la chispa. El enorme trauma vivido sigue pesando en el día a día de Tobias y Elin que mantienen una relación que va degenerando con su actitud pasivo-agresiva. Una acampada en el bosque será el primer paso para intentar superar el bache pero lo que no esperan es la visita de tres misteriorosos personajes: un anciano vestido con un impoluto traje blanco y una vara, una mujer muy alta que lleva un perro con pinta de tener malas pulgas y un hombre gigantón con cara de pocos amigos que lleva otro perro muerto en sus brazos.
Todos los elementos están servidos en la mesa de esta historia que poco a poco va transformándose en una pesadilla que parece que no vaya a tener fin. Johannes Nyholm muestra con maestría como a veces la letra con sangre entra, como se suele decir. Es imposible no acordarse de films como Feliz día de tu muerte o Atrapado en el tiempo al ver este cuento pesadillesco que no deja indiferente.
Hay que reconocerle al director su capacidad para conseguir crear unos personajes tan carismáticos como terroríficos y como juega con sus protagonistas como si se tratara de títeres. Vale la pena hacer mención especial a la impecable ambientación un tanto circense y a los fabulosos interludios (por llamarlos de alguna manera) que recuerdan a esos teatrillos infantiles que todos hemos visto de pequeños. Nyholm sabe transportarnos poco a poco a donde quiere llegar, sus protagonistas inspiran mucha tristeza y empatía y nos deja con buen sabor de boca y con una cancioncilla que sigue sonando en la cabeza días después del visionado. Magnífica.
