Me despierto derrotado y agotado, tomo el transporte público hacia el trabajo, justo antes de llegar, me topo de cara con el póster: Más allá de la vida. Debajo del blanquecino título y de las caras de Matt Damon y Cécile De France se lee: "Técnicamente insuperable" o "Clint Eastwood vuelve a demostrar que es uno de los grandes". Suspiro. La verdad, es que pese a que mi cansancio sea debido a haber visto dicha película ayer por la noche, no soy capaz de discutirlo.
Más allá de la vida es una de esas películas que tienes que ver con ganas, con muchas, y descansado, muy descansado. Si no entras en el cine con esos dos puntos a tu favor, llegarás a la misma conclusión que yo: Si, puede que esté muy bien técnicamente (eh aquí el conocimiento que cada uno tenga sobre la técnica en el cine), pero es un coñazo de película. Y no con eso digo que sea mala, no podría (mr Eastwood, perdóneme). Pero es lenta, previsible, y no sucede nada.
Acostumbrado a Invincible, Million Dollar Baby, Gran Torino, Cartas de Iwo Jima y un largo etcétera sublime muy actual dirigido por Clint Eastwood, nos fuimos a ver agotados por el transcurso de la semana Más allá de la vida para poder afirmar, repito, que ni pincha ni corta.
Tres historias separadas, al estilo Iñárritu pero sin su oscuro drama, relacionadas con la muerte, que desde un inicio prevees que se van a juntar e inevitablemente contemplas bostezando desde tu butaca al son de algunas desgracias de la última década, como el tsunami de Indonesia. Ese es mi sinopsis.
Ya sea por su nivel autoimpuesto, o por las falsas expectativas creadas por su nombre, Clint Eastwood no deja, esta vez y sin que sirva de precedente, una historia lenta, sosa, pero como bien dice el póster, tecnicamente genial. Si eso os vale, es lo que hay.
Veredicto: 2 sobre 5.