Se presentaba como uno de los títulos de terror del año, sino el título, con permiso de ‘Déjame salir’. Suele ocurrir en el género de terror que se tienden a exagerar tanto las expectativas logradas como las frustradas; si es muy gore se ensalza el exceso y si no hay sangre ni violencia se ensalza la contención y la tensión. ‘Llega la noche’ se enmarcaría en el segundo caso, pero sinceramente no la catalogaría ni en el género de terror. Igual he perdido ya la perspectiva del género. También el director Trey Edward Shults tenía buenas credenciales en su casi casero y familiar debut de bajísimo presupuesto y buenas críticas: ‘Krisha’. Ha querido dar un gran y loable paso adelante escribiendo y dirigiendo su segunda obra.
A tenor de lo visto es más un thriller apocalíptico que otra cosa, y sí, tiene todos los elementos tan de moda del subgénero: contagio, desconocimiento de la fuente, supervivencia, psicosis, miedos y desconfianzas. Aquí se lleva tan al extremo la falta de golpes de terror, giros y explicación de causas, que la película queda plana y fría. El comienzo promete, y mucho, pero pronto todo deriva hacia elementos del género manidos aunque bien perpetrados: explotación de la oscuridad, movimientos de cámara lentos e inquietantes, uso del sonido y de la música como fuente de angustia… Pero hay un problema: hasta el final previsible a no poder más no ocurre nada sino la expectativa de que algo ocurra, demasiado poco para lo mal que espera pasarlo uno a tenor de la historia y de lo que nos vendieron.
‘Llega de noche’ sigue explotando la veta de las extremas caras del ser humano ante la supervivencia y la protección de la familia. Nada malo que decir de los actores (Joel Edgerton se está especializando en el género y es un rostro perfecto para ello pero me quedo con su también protagonista en ‘The Gift’), de la fotografía y de la ambientación. Sin embargo parece que el minimalismo de género se ha llevado demasiado lejos. El descarnado, oscuro y claustrofóbico ambiente nos suena de tantos títulos; el misterio del bosque también; los susurros, las miradas y la contención pre-violencia también. Todo ello está, bien rodado pero vacío, demasiado aséptico, como tirando de manual, de uno muy bueno, eso sí, sin que del film logre distinguirse algo bueno o malo frente a pasados y futuros títulos similares, que los habrá, que llegarán. No comparto el pre-entusiasmo, quizá esté inmunizado a ese virus pos apocalíptico de las expectativas creadas.