Sitges’09: The Countess

Cuando los hechos se convierten en leyenda, no es bueno imprimirlos. Esa idea cerraba una de las grandes películas de la historia del cine, El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962). Este viernes acudimos a Sitges al estreno de The Countess, film que aboga justo por lo contrario: la desmitificación. En este caso, el mito en cuestión es el de Erzebet Bathory, noble húngara que paseó sus encantos durante el siglo XVII y que dio pábulo a la leyenda de La Condesa Sangrienta. Según cuenta la misma, la Bathory utilizaba la sangre de jóvenes vírgenes como remedio casero para mantener su belleza, llegando a ejecutar a más de 600 inocentes campesinas y muchachas de alta cuna. Estos rituales rejuvenecedores provocaron que se asociara a la aristócrata con la brujería y el vampirismo. No en vano, el personaje sirvió de inspiración a la literatura y al cine de género, a obras como Carmilla, de Sheridan Le Fanu, y a un sin fin de películas como la infame La Condesa Dracula (1971), de Peter Sasdy, acaso la peor película de vampiros de la Hammer Films.

Pero curiosamente en Sitges, cuna del Festival de Cine Fantástico, asistimos a una aproximación realista al personaje de la Condesa. Julie Delpy, directora y guionista del film, apuesta por la tesis de historiadores más contemporáneos, dejando una puerta abierta a la teoría de la conspiración. Delpy presenta a Erzebet Bathory como una feminista adelantada a su tiempo, una mujer fuerte e independiente que fue víctima de una pasión amorosa descontrolada y de las maquinaciones de un mundo dominado por hombres beligerantes que no iban a permitir que una fémina acaparara demasiadas cuotas de poder.

Delpy es valiente interpretando ella misma a la Bathory: se desnuda física y metafóricamente. Hace suya la obsesión con el envejecimiento de la Condesa, derivada del abandono de su amante (Istvan, Daniel Brühl) 20 años más joven , y filma sin reparos sus propias incipientes arrugas. Ya no es la jovencita que deslumbró en Tres Colores: Blanco (Krzysztof Kieslowski, 1994) o en Antes del amanecer (Richard Linklater, 1995). El reparto se completa con William Hurt, en el papel del conspirador Gyorgy Thurzo y Sebastian Blomberg, sin duda uno de los personajes más interesantes de la película, el torvo conde masoquista Dominic Vizakna.

La directora, guionista, actriz, cantante y compositora francesa ha reunido para su segunda película a un buen equipo técnico, que otorga al film un empaque visual propio del buen cine de época. Sin embargo, el resultado no es plenamente satisfactorio. Por un lado, la relación entre Erzebet e Istvan, desencadenante de la tragedia, parece demasiado impostada. Por otro, la apuesta por la hipótesis de la manipulación y el tratamiento realista, por interesante que sea, no deja de decepcionar un tanto a los que vamos a Sitges en busca de una visión más granguiñolesca del cine. Es cierto que se muestran tímidamente los aspectos masoquistas y lésbicos del personaje, pero no hay demasiado espacio en The Countess para el terror (pese a sus apuntes gore) y mucho menos para la fantasía, ergo, para la leyenda.

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